El Dr. Tata y la Dra. Lala comenzaron a inquietarse al ver que algunos pacientes ya recuperados de sus dolencias seguían internados por no tener a dónde ir.
Así fue que conocimos a Eugenio, un divertido y sabio muchacho de 84 años, a Couto, un callado y sonriente amigo, a Gustavo “Einstein”, un científico amante del jazz.
Decidimos que era hora de salir de los encierros de las habitaciones para ir a tomar aire, a conectarse con el afuera, a conocer otras personas, a mover el cuerpo.
Hubo salidas al bar del hospital, sitio en el que compartiendo un rico café y masas, se armaron interesantes conversaciones sobre el más allá y el más acá.
Sin faltar las adivinanzas y los juegos de ingenio.
Otras veces, el encuentro con sillas de ruedas y and...
En la búsqueda de pacientes crónicos o que no tienen quién los visite, conocimos a Horacio.
Horacio es un hombre de unos sesenta y pico que por diferentes razones decidió vivir en la calle. Estuvo varios años así. Lo internaron por una urgencia y ahora no quiere volver a la calle. Está buscando resolver su situación.
Lo pasamos a buscar para que participe de los paseos que solemos hacer con otros pacientes junto al árbol de los deseos.
Desde el momento en que la Dra. Carolinda y la Dra. Lala lo fueron a buscar, no paró de contarnos chistes y adivinanzas. Tal es así que en el árbol se armó un gran concurso de chistes, con hinchada y todo.
Cuando llegamos al árbol, la Dra. Carolinda le dio un corazón para que pidiera un deseo y lo pegara en el ...
Una mañana en que estábamos el Dr. Gulay, la Dra. Carolinda y el Dr. Lulo recorriendo los pasillos, fuimos interceptados una señora que bastante angustiada nos pide que visitemos a su hijo que estaba muy grave.
Así conocimos a Eber, que estaba internado en cirugía con un problema en el estómago. Llegamos y estaba dormitando, envuelto en una gran frazada de River. Hablamos un poco con él, porque se lo notaba dolorido, pero jugamos a que los tres éramos hinchas fanáticos de River y estábamos entusiasmados por la próxima fecha. Le regalamos un escudito que justo el Dr. Gulay tenía en su morral y le dejamos saludos a su mamá.
Visitamos a Eber casi todas las semanas, y siempre el motivo de charla era el próximo partido de River o el que se había disputado el f...
Rodrigo es un nene de 7 años que estaba internado por un problema respitatorio. Cuando el Dr. Juan Feliz Domingo, la Dra. Aero y la Dra. Carolinda entraron a la habitación, tenía muchas ganas de jugar, pero le daba vergüenza, entonces no hablaba, sino que hacía gruñir a su "compañero": un tiranosaurio rex.
Los doctores empezaron a tratar de entender al Tiranosaurio para poder hablar con Rodrigo. El Tiranosaurio estaba nervioso y mordió al Dr. Juan Feliz Domingo cuando le acercó el dedo para acariciarlo. El doctor Juan Feliz Domingo se asustó, pero por suerte las doctoras sabían curarlo. Pensamos que el dinosaurio era malo, pero no, solo estaba asustado porque estaba en el hospital con Rodrigo y nadie lo entendía.
Entonces, los doctores intentaron ...
En una mañana relativamente fría tomo mi valija de cuero que contiene un pantalón, una camisa, un chaleco, el guardapolvo, las medias, mis zapatos, los tiradores, el espejo, las narices rojas, los anteojos, un peine, una peluca, prendedores, instrumentos musicales, camiones, cuadernos, lápices, títeres, mariposas, sueños y un morral lleno de magia para regalar.
Salgo de mi guarida al encuentro de mis camaradas de juego, camino por los pasillos parsimoniosamente, saludo a los aldeanos, bajo escalón tras escalón, tratando de no ser descubierto. Atravieso el bosque, saludo a los árboles y a los pájaros, paso delante de la taberna que permanece cerrada aún, a lo lejos el árbol de los deseos me hace un guiño, así sigo lenta pero decididamente hasta las escalinatas de...